OTRA VEZ LA DESINFORMACIÓN Y LAS FALACIAS

Terminamos nuestra nota de prensa del pasado 8 de marzo animando a los representantes de las asociaciones que denuncian “presiones de los mandos para que se denuncie con afán recaudatorio” a que cesen en la vía mantenida porque solo crea confusión a los ciudadanos trasmitiendo una situación irreal en la Guardia Civil, y añadíamos que la frivolidad de sus comunicados, la ignorancia o el desprecio de las buenas formas son pautas de conducta que rechazamos frontalmente.

Han pasado los días y nada han probado. Sin embargo, la popularidad de una  asociación ha crecido al mismo tiempo que la superficialidad de sus comunicados. Quizá… El ruido y la falacia son las características más destacadas de quienes dicen ser sus representantes y se presentan públicamente como tales en la interpretación de lo que parece su principal o único guión, con una evidente subordinación de los intereses generales a los particulares, sin profundizar en los problemas reales y sin afrontar con determinación los retos de la Guardia Civil del mañana. Pero eso no importa, no es noticia.

Lo triste es que algunos medios de comunicación e incluso algunos cargos públicos están admitiendo como válido, cierto y noticiable lo que alguien RETIRADO de la Guardia Civil hace muchos años expone como “Secretario General” de una asociación profesional de la Guardia Civil. Esto sí que debería ser noticia: una persona carece de los derechos y obligaciones de los guardias civiles y que, por tanto, nada sabe por sí mismo sobre el servicio y la forma en que se presta en el momento actual, se está presentando públicamente como REPRESENTANTE de los guardias civiles. Es el non plus ultra… y todavía hay gente que le cree.

 

Es dudosamente ético y democrático que alguien que no puede ser, no ya representante, sino ni siquiera afiliado de una asociación profesional de la Guardia Civil se presente como “Secretario General”induciendo a confusión y a engaño. Y no puede serlo porque no reúne las estrictas condiciones que impone la Ley vigente para que alguien se pueda integrar en estas formas de organización colectiva para defender los intereses profesionales de los guardias civiles No dudamos de que el señor Mato pueda ser quizá secretario general de una o varias asociaciones, incluso tal vez una se denomine igual que una asociación profesional de guardias civiles con algún adjetivo de más o de menos (asociación “cultural” en vez de asociación “profesional”). Pero si ese fuera el caso, tanto tendría que ver esa asociación en realidad con los guardias civiles y su servicio, y tanto valor tendrían sus “informaciones” como las de una asociación denominada “Unión de cazadores de Montejo” o “Unión de felices casados”. Decimos esto porque los civiles –y el señor Mato es un civil, que no un guardia civil- pueden asociarse para defender lo que les venga en gana pero no pueden pertenecer a asociaciones profesionales de guardias civiles conforme a la Ley Orgánica 11/2007. Y por cierto, los guardias civiles de verdad sólo podemos organizarnos para promover la defensa de nuestros derechos profesionales a través de asociaciones profesionales, no a través de cualesquiera otros tipos de asociaciones. No nos podemos mezclar para estos fines so pena de incurrir en un fraude de Ley. Alguien debería tomar nota y actuar tal vez en consecuencia. Alguien debería velar porque las leyes democráticamente aprobadas sean respetadas por TODOS.

No faltan sin embargo, afortunadamente, voces disidentes respecto de lo que se está “contando”. Con coraje demostrado y conocedoras de la realidad de las Unidades de Tráfico en Galicia, y en A Coruña en particular, esas voces a las que nos queremos sumar han desmentido con indignación los incesantes comunicados de aquella asociación que nos ofende aparecidos nuevamente en los medios de comunicación. Nos vemos obligados a proclamar lo obvio, que la Guardia Civil no funciona a impulsos de “presiones”, así como a exigir una respuesta urgente y contundente. Sólo insistiendo en la proclamación de la verdad se hará frente a las aseveraciones infundadas de aquellos que han convertido en un modo de vida sin fecha de caducidad propalar rumores y falacias.

Quienes conocen el servicio de los guardias civiles de Tráfico nos dicen que las cosas son lo que son y se desnaturalizan cuando se las fuerza a ser otra cosa. Y gracias a Dios, son multitud los guardias civiles convencidos de la importancia de su trabajo día a día para procurar una mejora en la seguridad vial en una Comunidad castigada frecuentemente por accidentes de tráfico y, si hace falta, dispuestos a denunciar en beneficio de todos los ciudadanos e incluso de los propios infractores. ¿Cuál es el problema? ¿Es que hay motivo alguno para no cumplir la Ley o para no exigir su cumplimiento?

Interesa resaltar que desde APROGC animamos a los intoxicadores de oficio, expertos en la manipulación, a que si disponen de las pruebas pertinentes sobre “presiones” que excedan de la legítima función de dirección, control y supervisión que corresponde a los jefes en la función pública, se personen en el Juzgado que corresponda y denuncien tales hechos. Sin dudarlo. En caso contrario, los comunicados lanzados a través de distintos medios de comunicación, principalmente en Galicia, no servirán más que como pruebas de que lo único que se pretende es desprestigiar a la Institución que en el último barómetro del CISresultó ser la más valorada.

Indignación, tristeza y risa son lo que nos hacen sentir sus comunicados.  Aún así nos preguntamos: ¿por qué? Y como respuesta solo hayamos la sinrazón. Como servidores públicos que somos también nos preguntamos: ¿Qué pensará el ciudadano de bien que con apenas una semana de intervalo lee reiteradamente en los periódicos comentarios insidiosos como los que ha contado un no guardia civil erigiéndose en portavoz de los guardias civiles e incluso siendo presentado por algunos medios como si representase a la voz de la Guardia Civil? Nosotros queremos tranquilizar a ese ciudadano porque los guardias civiles que decidimos ser lo que somos y estamos orgullosos de ello lo sentimos como un insulto intolerable e imperdonable.

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