La Guardia civil basa gran parte de su trabajo en el respeto que la sociedad le atribuye, conseguido día a día con el buen hacer de todos sus miembros y su imagen. Cuidar esa imagen es tarea y obligación de todos los que componemos la Guardia Civil.
La aparición pública de unos presuntos guardias civiles de uniforme y encapuchados es uno de los mayores daños que se le pueden hacer; y cuando esa fotografía es buscada y difundida a los cuatro vientos se convierte en una grave irresponsabilidad. No se entiende que unos servidores del orden atenten contra su propia autoridad, planteando de esta guisa un conflicto que ellos mismos han generado. Ya difícilmente podrán reclamar respeto en el ejercicio diario de sus funciones, siendo los causantes del menosprecio.
Las ruedas de prensa de encapuchados son algo conocido, especialmente familiares para aquellas Unidades que se dedican a la persecución de terroristas de ETA y de aquellas que han sufrido sus ataques. Los encapuchados utilizan las capuchas para amenazar y chantajear al Estado y a toda la sociedad, y también utilizan su propio uniforme como complemento de la prenda de cabeza (jerséis negros con anagramas propios e identificativos). Hoy, desgraciadamente, hemos vuelto a ver imágenes similares: un uniforme -el nuestro- y las mismas capuchas, igual de negras. Y las mismas amenazas revestidas de victimismo hechas públicas por quienes son sus principales responsables.
El estado de derecho en el que vivimos permite que todos los ciudadanos se defiendan de los actos injustos que la administración les cause; los guardias civiles, también. Múltiples son los instrumentos que los guardias civiles tenemos para defendernos; y si la razón nos asiste, la verdad se acaba por imponer. La ridiculización del uniforme, las asimilaciones gráficas con terroristas, la amenaza y la coacción no son admisibles para un agente de la autoridad.
Desde aquí siempre defenderemos a todos y cada uno de los guardias civiles que se crean injustamente castigados. Pero desde la legalidad más absoluta y con las herramientas que la ley pone en nuestras manos, que son muchas y suficientes, y que son las mismas que cualquier ciudadano tiene cuando un guardia civil actúa contra él en el ejercicio de sus funciones de agente de la autoridad.
También desde aquí siempre defenderemos la imagen del Cuerpo como algo fundamental para el ejercicio de nuestra labor. Y lo haremos con la firmeza y estilo que el prestigio del Cuerpo y la sociedad nos exige. Observar a guardias civiles vistiendo el uniforme encapuchados nos produce vergüenza, ningún fin lo justifica, debe ser obra de alguno falto de inteligencia para denigrar de esa manera a sus compañeros, su trabajo y a su “empresa”. La capucha negra no es una prenda reglamentaria de uniforme en la Guardia Civil; sí en otros colectivos, contra los que luchamos.