“La gente está muy quemada”. La frase es del representante de una asociación de agentes de la Benemérita, y la utiliza para resumir la situación que están viviendo los agentes de la Guardia Civil en Melilla.
La frontera entre la ciudad española en el norte de África y Marruecos está siendo objeto de polémica por lainstalación de concertinas de alambre, duramente criticadas por partidos de la oposición, organizaciones humanitarias y hasta la Conferencia Episcopal.Mientras tanto, los guardias civiles que custodian esa valla sufren cada vez más episodios de violencia y presión. “La situación está haciendo que Melilla sea una zona conflictiva”, explica un guardia civil a El Confidencial Autonómico.
Agresiones cotidianas
Desde la Asociación Pro Guardia Civil relatan a ECA algunos de los episodios que se están produciendo en los últimos meses en la frontera de Melilla: “En los últimos meses nos han tirado piedras, nos han agredido con palos…”.
También denuncian una práctica habitual de las mafias que introducen inmigrantes ilegales en la ciudad autónoma: los coches “kamikazes”. Se trata de vehículos que cruzan a toda velocidad los pasos fronterizos, como el de Beni Enzar, sin parar ante los agentes que controlan la entrada a territorio español.
Algunos de estos coches han atropellado a los agentes de la Guardia Civil que trabajan en estos puestos para custodiar las fronteras nacionales. Además, hay inmigrantes que, según relatan guardias civiles de Melilla, utilizan trucos más sorprendentes para evitar ser interceptados en la línea fronteriza.
“Se impregnan con sus heces para que nos dé asco agarrarlos. Nosotros no tenemos mascarillas o guantes como los miembros de Cruz Roja que atienden a los que llegan en pateras, por lo que nos pueden contagiar enfermedades que luego llevaríamos a casa”, cuenta con amargura un guardia civil destacado en la ciudad autónoma.
Amenazas a los agentes
Los episodios de tensión no sólo se producen en la valla o en los pasos de peatones y vehículos. También se dan en el mar, ya que algunos subsaharianos tratan de llegar a Melilla en pateras hasta sus costas.
Cuando las lanchas de la Guardia Civil detectan estas pateras y acuden a interceptarlas, se producen situaciones de tensión como las que explica un representante de una asociación de agentes: “Un subsahariano amenazó con tirar a un bebé que iba en la patera si los detenían. Otro esgrimía una garrafa de gasolina, diciendo que iba a prender fuego a los guardias civiles”.
Aumentan las bajas psicológicas
Episodios como estos se dan cotidianamente en Melilla y colocan bajo una gran presión a los agentes. De hecho, fuentes de las asociaciones aseguran a El Confidencial Autonómico que están aumentando las peticiones de baja médica y psicológica por estrés.
Esto se debe no sólo a que, en general, los inmigrantes que tratan de entrar en Meilla muestren una mayor agresividad.
Los agentes también se quejan de la presión que ejercen algunas asociaciones defensoras de los derechos humanos. “Tratan de convencer a la gente de que se hacen cosas ilegales, y no es cierto”, asegura rotundo un guardia civil consultado por ECA.
Aseguran que se está extendiendo la idea -en los medios de comunicación, por ejemplo- de que la Guardia Civil infringe la ley en su labor por evitar la inmigración ilegal, y eso afecta psicológicamente a los agentes.
Todos estas dificultades han provocado que la Asociación Pro Guardia Civil vaya a pedir al director de la Guardia Civil que se apruebe un complemento económico en el sueldo de los agentes destacados en la ciudad de Melilla, por tratarse de “una zona conflictiva”.